El pasado 15 de junio recordamos el Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Abuso y Maltrato a las Personas Mayores.

Inicio este escrito compartiendo una situación pequeña, pero intensa, que vivieron mis padres en sus últimos años.

Cuando ya no hubo otra posibilidad, tuvieron que dejar su hogar y mudarse a una residencia. Un lugar seguro, confiable, con atención profesional. Sin embargo, con el tiempo, empezaron a aparecer señales que me marcaron profundamente.

Un día, mi padre me dijo en voz baja:
—“Esto que te estoy diciendo, no se lo comentes ni a la doctora ni a las enfermeras.”

A partir de ese día, llegaron otros silencios: miedo a quejarse de la comida, temor a pedir un trato más respetuoso, largas esperas para la consulta médica. Mi papá tenía miedo de expresar lo que sentía y lo que necesitaban, porque no querían “molestar”.

Es difícil elegir un lugar en donde tus padres envejezcan, cuando te toca a ti, hijo, a ti- hija  tomar la decisión.  

Hoy , como en otras ocasiones ,  vuelvo a mi y a  mi temor a envejecer en soledad.  

Hace pocos días  conversé con Mónica, una mujer talentosa de  Buenos Aires. Trabaja con un grupo de personas que estan solas … para que no se sientan solas

La charla me tocó profundamente. Me recordó que este miedo no es solo mío: es un tema colectivo, social, incluso transgeneracional.

Quizás ahí está la raíz de mi deseo al  crear la Comunidad Vivir Creciendo: un espacio que nos ayude a perder el miedo, encontrar sentido y crear comunidad.

En la propuesta del Cine Reflexion de este mes reflexionaremos  acerca de la película “LA HABITACION DE AL LADO”; nos confronta a preguntas dificiles pero necesarias:

            ¿Es válido decidir el final de la vida para no vivir en soledad?

–            ¿Es justo hacerlo para no “cargar” a los hijos o familiares cuando uno siente que ya no tiene sentido?

–            ¿Qué significa elegir soltar… o elegir aferrarse a la vida?

Recuerdo en este momento,  el caso del padre de un amigo: al darse cuenta de que ya no había nada más por hacer, que lo que seguia sería terrible, reunió a sus hijos, se despidió y partió. ¡Qué acto de madurez y de fuerza!

Hoy, con 68 años, pienso que yo también lo vería así.
¿Y mañana? No lo sé…

Estas son las conversaciones que queremos abrir en nuestra comunidad: hablar de lo que duele, de lo que tememos, de lo que deseamos para nuestra vejez.

La antropóloga Barbara Myerhoff hablaba de la importancia de formar comunidades que convoquen a intereses y preocupaciones comunes. Eso queremos que sea Vivir Creciendo: un lugar donde podamos acompañarnos, sostenernos y atrevernos a imaginar juntos un futuro más humano.

Y tu, ¿qué piensas?

Sobre la autora

Nurit, Cofundadora de Vivir Creciendo, es psicoterapeuta con más de 20 años de experiencia en terapia individual, familiar, de pareja y grupal. Nacida en Uruguay y residente en México, se ha especializado en Terapia Narrativa, Colaborativa y Reflexiva, además de contar con formación en vínculo materno-infantil, mindfulness, escritura terapéutica y coaching ontológico. Co-coordina y enseña en programas de formación en México, Uruguay y Brasil, cofundó el TGNC (Terapia Grupal Narrativa-Colaborativa), asesora a escuelas desde el enfoque narrativo-colaborativo y ha colaborado con la Embajada de Uruguay en México en apoyo a migrantes.

 

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El miedo a envejecer en soledad

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